Yo no quiero besos por costumbre ni de rutina; no quiero besos que sean legales ni adecuados; por compromiso o por vergüenza; no quiero besos que no sepan a nada, no quiero besos que se den con razón.
Yo quiero besos inesperados, en cualquier parte y a cualquier hora sin importar la situación; besos que no vengan a nada y se venguen de todo; besos espontáneos, no planeados, besos por que sí; besos que duelan.
Yo no quiero abrazos que saluden, abrazos que sostengan, ni abrazos que se vayan tal cual vinieron.
Yo quiero abrazos que rompan, que resguarden, que abriguen.
Yo quiero manos que rocen provocando escalofríos; manos que agarren con fuerza, de esas que dejan marca en forma de sonrisa. Quiero miradas que señalen, miradas que se claven, miradas que hablen. Quiero reírme a carcajadas hasta que me duelan las costillas, Quiero sentir todas y cada una de las partes de mi cuerpo, sin dejar algo sin recorrer. Yo quiero que se trascienda lo físico, pero solo a veces.
Yo no quiero monotonía ni rutina; no quiero cadenas a la libertad de uno mismo. No quiero barcos que naveguen sin rumbo confiando en llegar a alguna parte, quiero barcos que amen estar desorientados pero sintiéndose felices de estar donde están. Quiero tener momentos en los que pueda saborear la despreocupación, en los que no importe ni el ayer ni el mañana, solo reír en el presente. Quiero momentos de los que no me arrepienta, sin importar las consecuencias.
Lo quiero, pero lo quiero contigo.
Estefanía